Capítulo 2:
Es tan fea que se atreve a llamarse Heredera del dragón.
Como resultado del favor desenfrenado del tirano, la Tercera Princesa Ye Yunshang, de 12 años, se había convertido en una pequeña señorita despiadada y al mismo tiempo en una asesina desde muy temprana edad ya que mandaba matar gente sin pestañear.
No tenía consideración por nadie más que por el gran tirano.
Por eso azotó a la concubina Rong a su antojo y nadie se atrevió a detenerla.
Ye Qiqi miró a la madre biológica de la propietaria original del cuerpo que poseía, la concubina Rong, que yacía a su lado cubierta de sangre y muriendo. Realmente no podía imaginar que una joven como la tercera princesa pudiera ser tan cruel.
Y aunque estaba muy indignada, no podía actuar a la ligera ya que en ese momento no se enfrentaba a gente común y corriente, si no que se enfrentaba nada más y mada menos que, ¡al gran tirano que mataba gente sin piedad!
Su pequeño cuerpo temblaba incontrolablemente mientras se arrodillaba en el suelo.
—Ven aquí.
Escuchó las dos palabras escupidas con extrema frialdad por un gran tirano de sangre fría que estaba por encima de ella, e inconscientemente levantó la vista para encontrarse con sus ojos.
En la historia original, la Séptima Princesa, Ye Qiqi, tenía un carácter demasiado débil, por lo que en el momento en que cruzó su mirada con los incomparablemente fríos ojos de aquel gran tirano, se asustó y lloró en voz alta.
El gran tirano, Ye Ji Yao, odiaba a los cobardes, así que cuando la Séptima Princesa lloró, era obvio que había sobrepasado sus límites, y en su ira, la hizo arrastrar y descuartizar.
Ye Qiqi se levantó lentamente del frío suelo, con sus pequeñas manos cerradas en puños para contener las lágrimas.
No podía llorar, el gran tirano era frío y despiadado, podría salvar su vida si no lloraba, pero moriría inmediatamente si lo hacía.
Ya era noviembre, y había una gran nevada fuera del palacio, pero en ese momento Ye Qiqi sólo vestía prendas muy delgadas.
Ella parecía una persona muy lamentable al arrastrar su pequeño cuerpo hacia el hombre que se encontraba adelante.
La concubina Rong no gozaba del favor del emperador, por lo que, naturalmente, era maltratada tal como su hija, y solía recibir puñetazos y patadas todo el tiempo.
La Séptima Princesa del Norte, no sólo no tenía ni un vestido grueso para el frío invierno, sino que tampoco tenía suficiente comida para alimentarse todos los días.
Y aunque sólo tenía poco más de cinco años y medio, todo su cuerpo era extremadamente pequeño y pálido, parecía desnutrida.
Así que cuando su pequeño cuerpo se acercó al Gran Tirano, el hombre simplemente la barrió y puso cara de asco:
—Eres realmente fea… ¿Cómo te atreves a decir que eres hija del heredero dragón cuando eres tan fea?
—Ja, ¡debe ser una broma!
—¡Alguien!
Ye Ji Yao estaba a punto de hacer que alguien arrastrara a esa cosa fea cuando su grande mano de repente fue sostenida por una mano diminuta.
Aquel toque helado le hizo palpitar el corazón, y un par de pupilas violetas la miraron con fiereza.
Ye Qiqi estaba ahora verdaderamente aterrorizada.
Pero se advirtió a sí misma que no debía llorar en absoluto, si lo hacía, ¡moriría!
Ella moqueó y habló con una fuerte amargura,
—Emperador padre, Qi Qi no es fea, Qi Qi intentará verse tan bien como tú.
Esa suave y adorable voz de bebé llegó a los oídos del hombre.
Ye Ji Yao entrecerró peligrosamente los ojos para observarla.
Todo lo que podía ver era a esa cosa fea agarrando su mano frente a él, su nariz roja y sus grandes ojos mirándole agresivamente.
Ye Jiyao pensó que nunca había visto a una chica tan fea en su vida.
Tenía toda la cara sucia, pálida y llena de moretones.
Era muy fea.
En el poco tiempo que Ye Qiqi esperó a que el hombre diera su veredicto, se sintió como si hubiera esperado incontables primaveras y otoños.
Justo cuando pensaba que realmente iba a escapar de la muerte, el gran tirano extendió de repente la mano y le pellizcó la barbilla con tal fuerza que parecía que quería aplastarla.
—¡Ja!, ¿y si sigues siendo así de fea cuando seas mayor?.
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