—Muchas gracias.
Después de recibir las reliquias sagradas de un lugar donde la seguridad era estricta, salí con entusiasmo. Tomó mucho trabajo adivinar el poder divino desde lejos. Después de pasar casi una hora así, no pude evitar sentirme cansada.
Sin embargo, cuando finalmente puse mis manos sobre las reliquias sagradas, sentí que la fatiga acumulada se disipaba.
Estupendo. ¡Esto es suficiente para engañar a Lina, engañar al oráculo y engañar a la historia original!
¡No seré castigada!
Cuando salí, vi a Lesche esperando con mi equipaje detrás. Por reflejo, casi lo llamé por su nombre y volví a gritar con un corazón sincero.
—¡Cariño!
Sonreí y corrí hacia él. Y agarré a Lesche del brazo. Él miró hacia atrás y sonrió.
En un instante. La mano de Lesche agarró mi barbilla y se inclinó. Un beso ligero con un velo en el medio. Fue el mismo beso que nos dimos antes de entrar.
—……
Abrí mucho mis ojos.
—¿Lesche?
No era él. Un segundo después, se me puso la piel de gallina. Realmente no era Lesche.
—Se veía …
—¿Similar?
La voz baja fue extrañamente incómoda. Murmuré mientras lo miraba.
—¿Mies?
El hijo ilegítimo del predecesor Archiduque de Berg.
El hombre, no. Mies levantó la cabeza y sonrió alegremente. Su rostro pálido parecía una máscara, pero cuando sonrió con ese rostro, sintió un sensación de rechazo.
—Parece que mi hermano le dijo mi nombre.
—¡Aargh!
Al mismo tiempo que sonreía, los gritos de diferentes personas resonaron repentinamente en el pasillo. Miré a un lado con asombro, y al instante me quedé sin palabras.
—¡……!
¿De dónde vinieron? Fue porque asesinos vestidos de negro estaban acuchillando a las personas que pasaban por el pasillo. Gotas de sangre roja salpicaron las paredes y el suelo sin piedad.
Mies sostuvo mi barbilla, desviando mi mirada del cuerpo que caía. Sus ojos similares a los de Leche parecían complacidos mientras miraba mi rostro.
—Dicen que eres una bonita basura. Seria Berg. Pero es realmente extraño. ¿Cómo puedes pensar en Stern como basura? Solo eres un poco cruel, no matas gente. Los nobles de la capital imperial tienen un umbral muy bajo. Tal vez sea porque eres hermosa.
—……
—En ese momento, quería a la Gran Duquesa de mi predecesor, pero esta vez la quiero de nuevo. ¿Por qué quiero todo lo que tiene el Gran Duque de Berg? Las personas que tienen muchas cosas no pueden vivir mucho porque les revienta el estómago.
Mies me levantó el velo por completo. La máscara se desprendió de su mano y rodó por el suelo. Mies sonrió aún más cordialmente e inclinó la cabeza hacia mí.
—¡Aargh!
Detrás de Mies, se escuchó un grito ahogado. Agarré las mejillas de Mies con mis manos firmemente. Luego, dirigí mi boca al lóbulo de su oreja.
Sentí las manos de Mies presionando mi cintura.
—… eres bastante activa, Seria.
Me dije a mi misma tanto como pude. Esto es gelatina, esto es gelatina, es gelatina, solo gelatina
Entonces haz tu mejor esfuerzo.
Y luego mordí.
—¡……!
Mies, a quien le mordí la oreja, me empujó hacia atrás con un grito ahogado. Escupí el bulto que había mordido en el suelo, haciendo todo lo posible por no sentir los detalles en mi boca. Había un fuerte olor a sangre, y la sangre de Mies goteaba por su barbilla.
…
Mies, sujetándose la oreja que chorreaba sangre, murmuró con incredulidad. Sus ojos pronto brillaron.
—Loca…
No fue otra que Abigail quien agarró mi mano. Llevaba un vestido que aparentemente nunca había usado en su vida, y con ese vestido, le rompió el brazo a Mies. Debajo del dobladillo del vestido, se podían ver brillantes botas en lugar de zapatos.
—¡Ugh…!
En un instante. La daga que Abigail sacó de sus brazos golpeó la mano de Mies hacia abajo. Mies luchó, pero fue en vano.
—¡Gran Duquesa!
En ese momento, un hombre vestido con un vestido corrió hacia mí y me jaló.
—¿Está bien? ¡Ahh! ¡Aahh!
Se quitó el velo que llevaba y comenzó a limpiar mis labios frenéticamente. Aparte del hecho de que mis labios estaban hinchados, el hombre gritaba todo el tiempo mientras me limpiaba, así que honestamente me dolían los oídos.
—¡Loco! ¡Realmente! ¡Mi vida! ¡Mi vida! ¡Ah, ah, ah! ¡Maldito bastardo!
Este hombre no era otro que Linon, el ayudante principal de Berg. Se desordenó el pelo y rugió. Luego fue directamente frente a Mies y…. zapatos de baile? Se quitó los zapatos y los sostuvo en su mano, y con los tacones puntiagudos y finos, golpeó los hombros de Mies y los tiró al suelo.
—Wow…
No sabía que usaría sus zapatos tan perfectamente. Abrí la boca sin comprender. Mies se agachó y buscó a sus subordinados con los ojos inyectados en sangre.
Sin embargo, las expectativas de Mies se hicieron añicos rápidamente. Porque los Caballeros de Berg ya habían sometido a todos los hombres.
—¿Cuándo…?
Caminé hacia Mies y me agaché. Delante, a los lados, y detrás. No había nada que temer porque todos estaban a mi lado.
—¿Cómo … desde cuándo…?
Mies no parecía creer en absoluto esta situación.
—¿Estoy loca, así que no puedo gastar dinero en la casa de subastas de otras personas? De todos modos, eres un jodido idiota, bast-ugh, ugh, puaj…
—¡Gran Duquesa!
No pude terminar. Al final, no pude superar el olor a sangre que llenó mi boca y vomité en la cara de Mies.
***
Elliot miró alrededor de la enorme casa de subastas. Este edificio decadente. Se sentía incómodo cada vez que recordaba como fue centro de un deseo desagradable.
—¡Capitán!
—El edificio este ha sido completamente ocupado.
—Los traficantes de esclavos fueron clasificados y suprimidos, y los chamanes también fueron enviados al Gran Templo…
Después de recopilar los informes de los caballeros, Elliot se dirigió a Lesche. El suelo estaba enredado con seda y zapatos de alta calidad. El informe urgente del caballero sonó como un eco en su oído.
“El objetivo ha sido capturado”.
Recordó la pesadilla de su infancia y un escalofrío recorrió su cuerpo.
Después del Incidente de la Mansión Verde, el ayudante de Berg y los Caballeros habían estado trabajando estrecha y secretamente para capturar a Mies. Sin embargo, muchas veces han fallado en poner personas cerca de Mies y filtrar información.
Hace aproximadamente dos semanas, Linon había publicado un informe en una reunión secreta dónde solo Elliot había sido invitado.
—¡Su Alteza! ¡La Gran Duquesa dijo que quiere comprar una reliquia! Por si acaso, ¡grité ruidosamente en el templo!
Elliot se sintió mareado por la velocidad en que funcionaba la cabeza de Linon para hacer cualquier cosa. ¿Tiene sentido hacer un plan y ponerlo en práctica tan pronto como escucha que se necesita comprar algunas reliquias?
Por otro lado, sintió que esta era su última oportunidad. Tenía que atrapar a Mies lo más rápido posible por cualquier medio. No porque estuviera preocupado por el bienestar de Lesche, sino por Seria. Desde muy joven, Mies fue muy codicioso con todo lo que tenía Lesche.
El título de Leche, sus padres y afecto.
Entonces, tal vez también códice a su esposa …
Linon no dijo nada, pero debe haber estado pensando lo mismo.
Con cada paso que daba Elliot, se oía un crujido. Echó un vistazo a la casa de subastas.
Una casa de subastas donde esclavos y chamanes se venden como mercancías. En otras palabras, hay pocos lugares donde tantos chamanes estén reunidos tanto como aquí. La sutil intersección de lo legal y lo ilegal. Quizás por hoy, Mies había deliberadamente traído más chamanes para ser capturados por los traficantes de esclavos.
Hay llaves que se adaptan a las esposas y cerraduras.
Para atrapar un tigre, tienes que hacer una trampa, y la trampa debe colocarse en un camino frecuentado por tigres. De esa manera podrá salir de forma segura.
Este era el lugar perfecto para hacer pensar a Mies que era su territorio. Un camino complicado y un lugar donde pueden entrar innumerables chamanes. Un lugar oscuro y colorido … Además, habría pensado que era un lugar óptimo ya que era un lugar difícil de reprimir por las autoridades públicas.
Si Mies hubiera sido un poco más inteligente, no habría caído en esta trampa. Incluso si la familia Berg hace un escándalo en esta casa de subastas ilegal, no será culpado y obtendrá la reputación de romper el mercado clandestino.
Elliot pensó en la mansión verde y apretó el puño.
Mies. El hijo ilegítimo del anterior Gran Duque.
Él era inteligente a su manera. Extraordinario pero mezquino y a veces inhumano … Ni siquiera podría llamarlo segundo maestro. Porque Mies no estaba inscrito oficialmente en Berg. Y, sin embargo, ¿cuán brillantes eran esos ojos que seguían codiciando eso más que nadie?
Elliot pasó al control central. Lesche ya estaba allí reunido con los caballeros. Elliot inclinó la cabeza profundamente.
—Su Alteza.
—¿Qué hay de Seria?
—Sir Abigail Oriann estaba observando de cerca disfrazada, y a corta distancia, tres caballeros regulares sometieron inmediatamente a los chamanes.
—Nada especial.
—No hay informes separados. Y el ayudante principal estaba allí. A partir de este momento, el Ejército Imperial se unirá, por lo que la Gran Duquesa será llevada a la mansión con anticipación.
Le entregó un informe plano que no parecía mal.
Era el plan para atrapar a Mies, aunque había sido planeado desde la captura de los chamanes en la Mansión Verde.
El objetivo de Mies era la diadema. Entonces, en Berg, debían usar esa diadema abiertamente. Porque tenían que hacer que Mies se acercara.
Sin embargo, si lo usaba Lesche, estaba claro que Mies no se acercaría a él, incluso si usaba trucos y engaños. Cuando fue tratado como el joven maestro del castillo de Berg, fingió menospreciar a Lesche, pero en secreto le tenía miedo.
Por lo que eso no funcionaría. Mies debía salir.
Así que no ocultaron el hecho de que Seria había recibido la reliquia como regalo. Porque ella es la Gran Duquesa de Berg. Aunque era un valioso tesoro traído del sótano de la mansión verde, también era inevitable no dárselo a la anfitriona como regalo.
La imagen existente de Seria también jugó un papel importante. Pudo pensar que le había gustado tanto la reliquia, que Seria siguió suplicando para que se la dieran, y luego de cansar a Lesche finalmente la recibió.
Hicieron un buen esfuerzo para convencer a Mies de que se presentara.
El resultado fue la captura de Mies.
Lesche hizo girar al hombre desmayado en el suelo con la punta de los pies. Era Mies. La expresión de Lesche comenzó a cambiar lentamente mientras se inclinaba y giraba la barbilla de Mies hacia adelante y hacia atrás con su mano enguantada.
—¿Por qué se parece tanto a mi?
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