Él, Lin Mu, creció con su hermana mayor Lin Chao, que nació sorda. Es el “pequeño sol” que ilumina a la gente que le rodea. Él, Lu Rong, perdió a sus padres desde la infancia. Era alto y guapo, y vivía con su abuela, enferma de Alzheimer. Se vio obligado a crecer a una edad en la que debería haber sido ignorante. “Kunqian”, una institución que ofrece oportunidades de aprendizaje a grupos especiales. Aquí se encuentran. Uno es silencioso, el otro cariñoso. Entre los compañeros de un grupo de pacientes sordos, ciegos y con parálisis cerebral, abrieron un capítulo de su juventud. “Lu Rong, no me vigiles como a un ladrón. Tengo una hermana, lo entiendo”. “Bien.”
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