Los ojos de Vera se abrieron como platos.
Esta fue la primera vez que Cayena mostró una respuesta tan tibia a Raphael Kendrey.
Era un secreto a voces que la relación entre el emperador y el Duque Kendrey era mala, y aunque se desconocía por qué era tan mala, el emperador estaba frustrado por la fascinación de Cayena por Rafael.
“Si Lord Kendrey se convirtiera en el yerno del Emperador, puede haber problemas con la estructura de poder”.
Era una declaración bastante simple, pero era un problema que Cayena nunca parecía considerar antes de ahora.
Vera volvió a llenar el té en silencio y miró el perfil sereno de Cayena.
Cayena escondió una sonrisa tranquila detrás de su taza de té. Este asunto no iría solo a los oídos de Rezef. Sus comentarios seguramente también serían transmitidos al Emperador.
“He sido obstinada e ingenua hasta ahora porque no había entendido la voluntad del Emperador”.
El deseo de Cayena por Raphael era proporcional a la angustia que había causado a su alrededor.
Ella se había forzado a sí misma a entrar en su casa y lo convocó al palacio. Bueno, en realidad, el Emperador había convocado a Raphael al palacio a pedido de Cayena cada vez.
Por supuesto, esto no fue necesariamente para Cayena, sino para humillar a la familia Kendrey al romper el espíritu de su próximo señor.
“Debe haber escuchado tus solicitudes porque tus acciones fueron lo suficientemente apropiadas”.
Cayena estuvo de acuerdo interiormente con las palabras de Vera, pero exteriormente frunció el ceño.
“Como princesa imperial, ¿cómo podría no saber que mi conducta fue inapropiada? Ahora, al menos, debo compensar lo que he hecho”.
“¿Qué estás intentando hacer?”.
“En primer lugar, tendré que arreglar el vestido para la ceremonia de mayoría de edad”.
Vera inclinó la cabeza ya que la declaración parecía totalmente ajena a su discusión.
“Abre el vestidor”.
Pronto, habría un banquete para la ceremonia de mayoría de edad de Cayena.
El vestido que se iba a poner había sido preparado hacía mucho tiempo, pero Cayena quería revisar el concepto para aprovechar el incidente.
“¿Preferirías algo con una espalda hundida para lucir tus hombros?”.
Preguntó Vera.
Al ver el vestido, Cayena negó con la cabeza.
“No, eso es exponer demasiado”.
Tenía una imagen en su cabeza.
‘Una marioneta debería parecerse más a una marioneta’.
Cayena quería un vestido con elegantes adornos de encaje, del tipo con el que uno vestiría a sus muñecas. Tenía que parecer que le importaba demasiado la belleza.
Cayena miró su reflejo en el espejo y asintió con la cabeza.
“¡Como siempre, nadie será más hermoso que su Alteza Imperial en el banquete!”.
La gente que rodeaba a Cayena estaba ocupada halagando su apariencia. Pero Vera pensó para sí misma mientras ayudaba a Cayena a cambiarse.
‘Todos están contentos de que Su Alteza se haya comportado bien, pero nunca ha sido tan fácil’.
El aura y la imagen de Cayena habían cambiado por completo. Recientemente, Cayena había estado actuando muy suavemente y ahora todos querían quedarse a su lado.
Su mansedumbre e inacción parecían estar concediendo la iniciativa a su oponente, pero en realidad era más como darle a un niño un bocadillo que desaparecería rápidamente.
‘Después de que ella bebió el veneno, incluso su habla se ha vuelto más refinada’.
La propia Vera parecía ser la única que había notado el cambio.
Observó a Cayena en silencio y sin cesar.
Cayena sabía bien que Vera estaba agitada.
Vera es leal, pero ambiciosa.
Ninguna de las damas de la corte en su palacio valía la pena usar aparte de Vera. Cayena pretendía apaciguarla, así que permitió que Vera la observara como deseaba.
Cayena se probó el último vestido. Era el vestido que Cayena había preparado con sumo esmero para la ceremonia de mayoría de edad.
A Cayena le encantaban las rosas, y por eso le gustaba usar vestidos bordados con rosas. Lo mismo ocurría con este vestido.
“¡Dios mío, te ves como una muñeca!”.
Sus damas de compañía armaron un escándalo, como siempre. Este era el tipo de cumplido que más le gustaba a Cayena.
Vera se mordió el interior de la boca para sofocar la risa.
Su señora ya no estaba complacida con ese tipo de elogios.
Como era de esperar, Cayena sonrió en voz baja, sin parecer orgullosa ni engreída.
‘Ella realmente ha cambiado’.
Vera se preguntó qué significaba este cambio. Seguía queriendo descubrir las verdaderas intenciones de Cayena.
¿Cayena podría ser un buen maestro para ella?
Hubo muchos casos en los que familias enteras murieron por apoyar a la persona equivocada en la familia imperial.
Vera tenía que ser cautelosa.
Vera vio que, a pesar de las condiciones en su contra, Rezef se convertiría en emperador algún día. Fue un juicio muy acertado.
Y ahora, la brillante perspicacia de Vera estaba reevaluando rápidamente a Cayena.
“El bordado de rosas no es excesivo y se ha incorporado muy bien”.
“Vamos a mantener este como está”.
“Enviaré el resto al sastre, Su Alteza”.
Cayena asintió. Luego, se miró en el espejo y levantó la mano. Era como si hubiera hilos atados a sus extremidades, manipulándola.
Esa mirada le sentaba bien.
‘Toda mi vida, he sido controlada por alguien’.
No se había dado cuenta de que era la marioneta de alguien, colgando de las líneas de marionetas. No sabía de quién era el poder que tenía en sus manos.
‘Una vez pensé que me estaba moviendo por mi propia voluntad’.
Pero había aprendido demasiado como para seguir viviendo bajo esa ilusión. Cayena no tenía la intención de volver a cometer el mismo error.
‘Viviré como yo misma’.
Dejó caer el brazo, como si le hubieran cortado el hilo.
“Necesito cambiarme de ropa”.
Cayena se quitó el vestido y se cambió a su ropa de todos los días.
“¿Dónde está Rezef?”.
Ella preguntó.
“Todavía está fuera, Su Alteza”.
Rezef estuvo bastante ocupado recientemente, ya que estaba en medio de una lucha de poder con el hijo del Archiduque Heinrich por el puesto de príncipe heredero.
‘Rezef, ¿Pensaste que aumentar mi valor contribuiría a tu propio poder?’.
Aunque Rezef eventualmente se convertiría en el tirano del emperador, todavía tenía solo dieciocho años en este momento.
Él era un niño.
Por otro lado, Cayena solo vestía la piel de una mujer joven; ya había vivido dos vidas. Cayena había experimentado cosas horribles a lo largo de su vida y, por lo tanto, para ella, Rezef era como un niño pequeño.
Está pasando por alto el hecho de que hay otros que pueden prestarme su fuerza en este momento.
‘Que tonto’.
Cayena se dirigió a Vera.
“Debo ir a ver al Emperador”.
***
El Emperador del Imperio Eldaim, Estefan Hill, yacía en su cama y bebía medicina. Luego, miró a su hija, Cayena, con ojos sin vida.
“Pensar que vendrías a buscarme primero así… Debe ser algo especial”.
Ante sus palabras, Cayena agarró el dobladillo de su vestido. Haciendo una reverencia.
“Por favor, perdóneme por mi falta de respeto, Su Majestad”.
“Suficiente”.
El Emperador no era alguien que se conmovería con tales palabras. Su voz era fría, sabiendo que su tono heriría el orgullo de Cayena.
Su hija era una tonta. Estaba contemplando cuándo volvería en sí cuando hablara de nuevo.
“Aunque es tarde, por favor mira amablemente a tu hija que ahora está tratando de cumplir con su deber como tu hija obediente”.
Sus palabras eran tan dulces como la miel. No eran el tipo de palabras que Cayena solía decir.
Las cejas del Emperador se levantaron con asombro.
Cayena se acercó a su lado.
“Debo haberte causado preocupación últimamente”.
Dijo.
Realmente no importaba si el Emperador había estado preocupado o no. Lo importante fue que Cayena demostró que pensaba en él y en su bienestar.
“He venido a saludarte para que no tengas que preocuparte. Casi me he recuperado por completo”.
Cayena tomó el plato con la tetera y las tazas que un asistente traía para el Emperador. Ella lo ayudó a beber el té con una cuchara de plata, sus acciones tan naturales como el agua que fluye.
‘¿Eran ciertos los rumores?’.
Le habían informado que la actitud de Cayena había cambiado considerablemente después del incidente del envenenamiento. Dijeron que había misericordia y generosidad en sus palabras y acciones ahora.
No podía recordar cuándo su hija fue alguna vez amable, excepto cuando era muy pequeña.
En algún momento, la relación entre padre e hija se había distanciado. Cayena se sintió incómoda cerca del Emperador, y el Emperador comenzó a sentir desprecio por ella.
Pero ahora, Cayena no parecía incómoda en absoluto mientras se sentaba en la silla junto a él y lo cuidaba.
“¿Quién es el que lo está tramando?”.
El Emperador había vivido como gobernante toda su vida. Este tipo de incidente nunca sucedió por sí solo.
Comenzó a preguntarse si el proceso de encontrar al culpable, así como las consecuencias del incidente, habían sido inventados.
Traducción: Dashy
Corrección: Sumi
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