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La villana es una marioneta (Novela) Capitulo 6

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“Necesitamos volver a investigar el intento de asesinato de la princesa imperial”.

 

Dijo Rezef, desatando las cuerdas de su capa. Parecía que su alma había sido drenada de él.

 

Rezef se volvió hacia su ayudante, Zenon Evans.

 

“¿Cuántas veces hemos orquestado la caída de algún noble? Elige a alguien entre ellos que tenga una familia que mantener, alguien que esté dispuesto a enfrentarse a la guillotina a cambio de dinero”.

 

“Como usted ordene”.

 

Zenon Evans pensó que Rezef estaba actuando bastante extraño. El príncipe a menudo parecía cansado o irritado después de visitar a Cayena, pero Zenon nunca antes lo había visto tan desanimado.

 

“…Además, coloca a más personas alrededor de la Princesa Cayena. Supervisa cada uno de sus movimientos”.

 

“Si, su Alteza”.

 

Cuanto más pensaba Rezef en ello, más extraño era.

 

Rezef siempre había pensado que Cayena estaba bajo su control.

 

¿Será que fue al revés?

 

Él pensó que no. No era inteligente, sensata ni lo suficientemente sabia para hacerlo.

 

‘Entonces, ¿alguien cercano a ella le está dando un consejo?’.

 

Podría haber sido el Conde Hamel, pero ¿por qué le revelaría sus propias debilidades a Rezef de esta manera?

 

Antes de que Zenon se fuera a cumplir su orden, Rezef lo llamó nuevamente.

 

“Encuéntrame información sobre Olivia Grace”.

 

“Como usted ordene”.

 

Zenón se fue. La cabeza de Rezef era un lío de pensamientos, y se pasó la mano por el pelo.

 

“¿Qué estás haciendo realmente, Cayena?”.

 

El Emperador estaba viejo y enfermo. Ya estaba como muerto. Aunque tuvo hijos fuera del matrimonio, Rezef y Cayena fueron sus únicos hijos oficialmente reconocidos.

 

La única otra persona con derecho al trono era el medio hermano del emperador, el archiduque Heinrich.

 

Normalmente, Heinrich no tendría ningún derecho al trono, ya que era un hijo bastardo, no reconocido por la iglesia. Además, padecía una enfermedad incurable, y nadie le hacía caso a uno que solo tenía la muerte en el futuro.

 

Pero de repente, apareció un joven aristócrata que se hacía llamar hijo de Heinrich. Su nombre era Jasper Heinrich.

 

Después de ser reclamado por el Archiduque, Jasper rápidamente colocó a la madre del Archiduque en el puesto de Emperatriz, y así fue reconocido como un potencial sucesor legítimo al trono.

 

La gente hablaba, preguntándose si la vejez o la enfermedad del Emperador lo habían llevado a actuar de manera tan irracional.

 

Pero ese no había sido el caso.

 

Fue Jasper quien manipuló y arruinó al Emperador al tomar el control de la familia de la amante del Emperador, Katherine Lindbergh.

 

‘Pensar que él la tomaría como rehén…’.

 

El Emperador, en lugar de dejar a Katherine y su familia a su suerte, legitimó al Archiduque Heinrich.

 

‘¡Si tan solo tuviera un ejército…!’.

 

Rezef sintió que su ira estallaba cada vez que la supuesta familia del Archiduque Heinrich lo dejaba indefenso.

 

¿Familia?

 

Era más como una pandilla.

 

Rezef había estado pensando en usar a Cayena para enviar al Archiduque Heinrich al infierno, pero los acontecimientos de hoy lo obligaron a revisar su plan.

 

Rezef había pasado mucho tiempo rompiendo a Cayena. Lentamente le había atado las manos y los pies, haciéndola depender de él para todo hasta que no pudo hacer nada por sí misma.

 

Pensó que había tenido éxito, pero eso fue antes de hablar con ella hoy.

 

Rezef se acostó en el sofá. No podía olvidar los ojos azules que lo miraban directamente. Eran completamente diferentes de sus ojos previamente vacíos que solo habían buscado placer.

 

Rezef nunca había visto una mirada tan profunda de nadie entre sus compañeros.

 

¿Su hermana mayor siempre tuvo unos ojos tan hermosos?

 

“Cayena…”.

 

Rezef se cubrió los ojos con la mano, bloqueando la luz de las ventanas. Luego, volvió a levantar la mano. Era la misma mano que había besado Cayena.

 

“Mi tonta pero hermosa muñeca”.

 

Con la otra mano, tocó suavemente el dorso de esa mano. Luego, examinando la mano, la bajó lentamente, dejando que rozara sus labios.

 

Sus ojos lo habían mirado fría y directamente…

 

“¿Qué debo hacer contigo?”.

 

Él susurró.

 

La fiebre dio paso a las pesadillas.

 

“Puedes hacerlo bien, ¿verdad? Subordinado Jung”.

 

La pesadilla era un revoltijo de escenas de su lugar de trabajo y la familia imperial.

 

“¡Y, sin embargo, te haces llamar la princesa imperial!”.

 

“¡Todo es tu culpa!”.

 

“¡…!”.

 

Las entrañas de Cayena se retorcieron de dolor cuando sus ojos se abrieron de golpe.

 

‘…Eso fue solo un sueño’.

 

Yacía inmóvil en su cama, mirando fijamente mientras las lágrimas corrían por un lado de su rostro. Entonces, volvió en sí.

 

Las lágrimas no tenían sentido. Ya se había vuelto insensible a la tristeza y el dolor de sus recuerdos.

 

“¿Estás despierta, mi señora?”.

 

Vera se acercó a su lado y comenzó a secar las lágrimas de Cayena con una toalla mojada en agua tibia.

 

‘¿Qué tipo de pesadilla la habrá hecho llorar así?’.

 

“Debería beber un poco de agua, Su Alteza”.

 

Con eso, trajo un poco de agua de limón para Cayena.

 

Ya habían pasado dos semanas desde que Cayena habló cara a cara con Rezef. Desde entonces, Cayena había estado sometida. No era solo que se estaba recuperando. Tenía que actuar sin pretensiones para disipar las sospechas de Rezef.

 

Rezef era verdaderamente malvado. Era alguien que mataría al “culpable” que envenenó a Cayena sin piedad. Por su propia seguridad, sacrificaría a otros sin dudarlo.

 

Una víctima típica de ese comportamiento era la propia Cayena.

 

“Mi matrimonio no debería afectar el flujo de la historia. Solo necesito encontrar una posición que sea difícil de manipular para otros”.

 

Sólo entonces estaría a salvo y la historia no colapsaría sin ella.

 

Rezef sospechaba y continuaría probando a Cayena.

 

‘Sin embargo, necesito evitar que mate a Olivia. Pero solo interferiré hasta ese punto’.

 

En cualquier caso, Cayena fue quien intentó envenenar a Olivia, siendo engañada por Rezef. Aunque su crimen había sido borrado con su regreso a esta vida, no podía olvidar lo que había hecho.

 

Cayena ya no quería que la manipularan.

 

Y fue sincera en su petición a Rezef de elegir a su propio marido.

 

‘Sin embargo, la persona con la que me casaré no existirá en este mundo’.

 

Cayena pretendía inventar a una persona con la que se “casaría”.

 

‘Hasta entonces, solo necesito seguir sobreviviendo y mantener feliz a Rezef’.

 

“Su Alteza, dicen que el culpable ha sido arrestado”.

 

Dijo Vera, interrumpiendo sus pensamientos.

 

Cayena se limpió la boca con un pañuelo de seda y respondió.

 

“¿Es así?”.

 

Así que hizo lo que le dije.

 

Cayena no tenía prisa. Solo tenía que esperar el momento adecuado hasta que Rezef se moviera como ella quería.

 

“Hoy es el día de su ejecución. ¿Irás a verlo?”.

 

Cayena negó con la cabeza. No tenía ningún deseo de ver algo tan espantoso.

 

En este período de tiempo, la gente se reunía para ver las ejecuciones. Ahora, Cayena solo sentía repulsión por la práctica.

 

La aristócrata que había envenenado a, Su Princesa Imperial, Cayena se arrodilló frente a la guillotina. Todos los ojos estaban puestos en él mientras hablaba.

 

“¡Lo hice porque la amaba demasiado! ¡Ni siquiera la muerte puede detener mi amor por ella!”.

 

El criminal era un aristócrata desconocido que había caído en desgracia. Los nobles clamaron entre ellos, preguntando si este hombre había estado presente en el salón del banquete.

 

‘Pensar que encontraría a alguien dispuesto a morir en solo dos semanas’.

 

Los nobles dudaban en hablar sobre el caso de envenenamiento ya que los rumores decían que la condición de la princesa era grave.

 

Los partidarios de Rezef estaban haciendo un escándalo sobre cómo Rezef, aunque era joven, debería ser nombrado oficialmente príncipe heredero.

 

Los nobles que apoyaban al Archiduque Heinrich estaban tratando de silenciarlos a ellos y al incidente.

 

“¡El Príncipe Rezef no es el único que puede suceder al trono! No podemos ser demasiado apresurados”.

 

Sin embargo, sus palabras fueron ahogadas por un artículo oportuno en las columnas de chismes, describiendo cómo la belleza de la princesa Cayena había llevado a la muerte a alguien.

 

También tuvo que comprar los periódicos. Debe haber estado ocupado.

 

Los chismes fluían fácilmente de la boca de la gente, y la gente del Archiduque Heinrich se había dedicado a impulsar su agenda. Ahora, sin embargo, el incidente empujó a Heinrich fuera del ojo público.

 

La gente de Heinrich se había visto eclipsada ya que todo el mundo estaba mucho más interesado en hablar de la belleza de Cayena.

 

“Siempre ha sido hermosa, pero la gente realmente lo está notando más ahora, ¿no es así, Su Alteza?”.

 

Cayena se rió de las palabras de Vera.

 

La belleza de Cayena ya era famosa, pero ahora, la palabra “belleza” sola parecía faltar para describirla.

 

Una belleza que llama a la muerte.

 

Una revista de chismes había comparado a Cayena con una rosa con una espina venenosa.

 

Los rumores y la atención que recibió continuaron creciendo sin problemas, y cuando Cayena canceló sus apariciones en las fiestas que había programado previamente, la emoción se convirtió en locura.

 

Ya se estaban contando historias del incidente del envenenamiento para promover la palabra de la belleza de Cayena Hill.

 

“Dicen que los nobles esperan con ansias tu ceremonia de mayoría de edad”.

 

La ceremonia involucraría a un número sin precedentes de pretendientes.

 

“Puedes comprometerte con alguien pronto. ¿Crees que Lord Kendrey sería una buena pareja?”.

 

Vera preguntó con cuidado.

 

Cayena sabía que su respuesta sería repetida directamente a Rezef.

 

Ella fingió ignorancia.

 

“No estoy segura. Parece que podría ser demasiado problema, considerando que el Emperador no lo aprobaría”.

 

 

 

 

Traducción: Dashy

Corrección: Sumi

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