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La villana es una marioneta (Novela) Capitulo 19

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“La forma en que provoca malentendidos sigue siendo la misma”.

 

Su forma brusca de hablar facilitaba que los demás malinterpretaran sus intenciones.

 

Y, como era de esperar, todas las damas de la corte que estaban detrás de Cayena se quedaron boquiabiertas. Se miraron unas a otras, preguntándose si sería una señal de interés romántico.

 

Pero Cayena, la que recibía su comentario, no lo malinterpretó en absoluto.

 

“Parece que te ha gustado el té que serví la última vez”.

 

“Sin duda, el té estaba delicioso”.

 

Respondió Raphael.

 

“…No te estaba pidiendo tu impresión”.

 

“Pensé que debía darte un regalo como agradecimiento”.

 

Cuando Raphael le hizo una seña, su ayudante le entregó a Vera una caja envuelta en tela.

 

Abrió la caja. Dentro había tres recipientes de plata en forma de cilindro.

 

Los recipientes, delicadamente elaborados, eran preciosos. En el asa de la tapa había un rubí tallado en círculo.

 

“… ¿Estas hojas de té no son de las que sólo se pueden comprar en una subasta?”.

 

Cayena pudo reconocer al instante el envase. Era así de conocido.

 

Esta marca de té negro tenía fama de ser difícil de conseguir incluso con dinero porque el volumen de producción era pequeño.

 

Parecía demasiado como regalo, pero no estaba mal como excusa para su reunión.

 

“Llevaos todo esto”.

 

Ordenó Cayena, dirigiéndose a los sirvientes para que guardaran las hojas de té, así como las joyas que le había regalado el Emperador. Varias de sus damas de compañía y sirvientes salieron a cumplir sus órdenes.

 

“Parece que las cosas que te dije la última vez fueron bastante informativas, ya que incluso preparaste un regalo de devolución”.

 

Ella sólo le había aconsejado reunirse con Olivia, pero Raphael aún no se había reunido con ella.

 

Y, técnicamente, eso no resolvería sus problemas como ella decía que lo haría.

 

“Aún no me he reunido con la Señorita Olivia Grace”.

 

“¿En serio?”.

 

Cayena miró por la ventana.

 

“Hace un buen día. ¿Por qué no damos un paseo?”.

 

Con eso le estaba invitando a salir fuera y hablar.

 

Raphael asintió.

 

“Como quieras”.

 

En cuanto acordaron dar un paseo, Vera dijo.

 

“Entonces prepararé una sombrilla, Alteza”.

 

“Está bien. A veces es bueno tomar el sol”.

 

Raphael se acercó al lado de Cayena y le ofreció su brazo para acompañarla.

 

Como antes, Cayena le cogió el brazo muy flojito.

 

“Como odia tocar a la gente”.

 

No se dio cuenta de la extraña mirada de Raphael porque estaba concentrada sólo en esa parte.

 

“Caminemos hasta el jardín trasero”.

 

En una esquina del jardín trasero había un camino decorado como una tranquila carretera rural.

 

Ese fue el lugar que Cayena le sugirió. Al frente del sendero, Cayena abandonó a sus damas de compañía.

 

“Esperen aquí”.

 

“Sí, Alteza”.

 

Incluso Raphael dijo a sus asistentes que no le siguieran.

 

Los dos caminaron por el apartado sendero. En cuanto desaparecieron las miradas que los seguían, Cayena retiró la mano del brazo de él.

 

Raphael se detuvo un momento y luego bajó el brazo.

 

“Es sorprendente que Sir Kendrey no intente evitar quedarse a solas conmigo”.

 

En eso, la mirada de Raphael viajó hacia abajo, al perfil de Cayena.

 

Sin pensarlo, sus ojos se fijaron en su cabello dorado, que rozaba suavemente su mejilla.

 

“¿Hay alguna razón por la que deba evitarte?”.

 

Cayena giró la cabeza y le miró a los ojos. Su mirada parecía preguntarse por qué preguntaba algo tan obvio.

 

“¿Y si te molesto quedándome cerca de ti, como hacía antes?”.

 

Él sabía que ella había cambiado, pero no que describiera su pasado con tanta amargura.

 

Era como si estuviera hablando de otra persona. Por supuesto, no es que no desconfiara de Cayena.

 

Sin embargo, Cayena no dejó de hablar sólo con eso.

 

“No creo que me creas de inmediato, pero a pesar de todo, quiero pedirte disculpas”.

 

Dejó de caminar.

 

Había una distancia de unos dos pasos entre los dos. Era una distancia adecuadamente educada.

 

“Espero que me perdones por todas mis faltas de respeto hasta ahora”.

 

¿Podría una persona cambiar su actitud tan rápidamente?

 

Normalmente, no. Así que Raphael no aceptó despreocupadamente que la disculpa de Cayena fuera sincera.

 

No le habría sorprendido en absoluto que de repente ella se arrepintiera y le llamará por su apodo.

 

Sin embargo, el acto de disculparse era significativo, independientemente de si era sincero.

 

“Es un gesto político”.

 

Como Cayena pertenecía a la familia imperial, podía tomarse algunas libertades cuando se encariñaba con alguien.

 

Esto era cierto incluso si el objeto de su afecto era el joven señor del ducado de Kendrey.

 

Si su interés por Raphael se enfriaba, podía actuar como si nunca hubiera estado interesada.

 

Sin embargo, Cayena se negó a hacerlo y se disculpó, hablando abiertamente. Significaba que había una razón para evitar que él le guardara rencor.

 

¿Cuál podría ser esa razón?

 

Pensó que podría ser una prolongación de la última vez que ella intentó solucionar sus problemas.

 

“Estoy siendo sincera, así que por favor acepta mis disculpas”.

 

Raphael empezó a ponerse a la defensiva.

 

Cayena parecía haberlo esperado, ya que esta vez apostó su honor.

 

“Juro por mi honor que no volveré a hacerlo”.

 

En ese momento, Raphael sintió mucha curiosidad. ¿Qué quería exactamente negociar para que ella hiciera todo esto?

 

Se dio cuenta de que tenía que aceptar esta disculpa para saber qué quería Cayena de él.

 

“Es agua pasada. No debes preocuparte por eso ahora”.

 

Raphael pensó que se trataba de una jugada política, pero la disculpa de Cayena era, de hecho, medio sincera.

 

Disculparse así y ser perdonada aliviaba un poco la culpa que quedaba en el corazón de Cayena. Era una culpa residual de su vida antes de volver, aunque Raphael no la recordaba.

 

“Gracias”.

 

Entonces, pudo sonreír, sintiéndose aliviada.

 

El viento alborotó ligeramente su cabello dorado.

 

Era bueno ver esa sonrisa. Era un poco raro que Raphael pensara tal cosa.

 

¿Cómo podía esa sonrisa hacerle sentir así?

 

Ladeó ligeramente la cabeza. No entendía esta situación, este estado de ánimo, ni sus sentimientos.

 

“Entonces, seguro que te has dado cuenta de que tenía otras intenciones. Te las diré ahora”.

 

Su sentimiento anterior no duró mucho. Esto se debió a que Cayena empezó a centrarse de nuevo en los negocios.

 

La sonrisa en la boca de Cayena desapareció y volvió a ponerse seria.

 

Raphael se sintió extrañamente arrepentido.

 

“Te pedí que conocieras a la Señorita Grace. Ella misma es brillante, pero también hay razones políticas para ello”.

 

Mientras emprendían el camino de vuelta hacia el jardín, ella le explicó por qué.

 

“Pronto voy a seleccionar a la Señorita Olivia como una de mis damas de compañía”.

 

Aunque Rezef ya la había solicitado como dama de la corte de Cayena, eso no era suficiente para que sucediera.

 

“Si es así, ¿no podríamos predecir aproximadamente la reacción de la Duquesa Kendrey?”.

 

“Ella cortará su apoyo a la familia Grace y actuará como si las conversaciones matrimoniales nunca hubieran ocurrido.”

 

“Exactamente. Pero no es sólo Olivia la que importa.”

 

“¿Quieres decir que las otras dos damas que han estado en conversaciones con mi madre también serán seleccionadas como tus damas de la corte?”.

 

Cayena negó con la cabeza.

 

“No. En cambio, habrá otras razones para no poder elegir a sus familias”.

 

¿Razones para no poder elegir a sus familias?

 

Raphael dijo lo primero que le vino a la mente.

 

“¿Vas a apoyar al príncipe o al archiduque Heinrich como el próximo emperador?”.

 

“Si pudiera hacer tal cosa, sería un gran método. Pero es un poco difícil hacerlo con tan poco tiempo”.

 

Cayena leyó la novela original y tenía bastante información.

 

Por ejemplo, la corrupción o el escándalo de una familia.

 

“Como los nobles no trabajan, a menudo pierden el sentido de la realidad. Piensan que el dinero crece en los árboles”.

 

“Estás diciendo que están pasando por encima de los bonos y siendo hipotecados por otra familia. Si es así, el cabeza de familia será reemplazado”.

 

Era un acontecimiento raro, pero seguía siendo bastante aburrido.

 

“Es difícil saberlo con certeza si no se comprueba el libro de cuentas”.

 

Cayena continuó.

 

“Los lazos de la familia Avon pronto serán traspasados, y su existencia estará en peligro. Su ducado podría potencialmente pagar la deuda. Pero, ¿y si el archiduque Heinrich estuviera implicado en ese suceso?”.

 

“¿El Archiduque Heinrich…?”.

 

El viejo zorro astuto sin igual utilizó activamente la deuda de otros para crecer en poder.

 

Llevó a una familia a la bancarrota y la puso bajo su control.

 

De esa manera, rápidamente se hizo más fuerte.

 

“Entonces, la última opción restante sería la familia Bruhkin. Pero estoy seguro de que las conversaciones matrimoniales con ellos también terminarán”.

 

“¿Por qué crees eso?”.

 

“Rita Bruhkin tiene una locura hereditaria. Esta noticia se está quedando dentro de su familia ahora mismo, pero estoy seguro de que pronto se expondrá a la sociedad noble”.

 

En una sociedad aristocrática, donde uno tiene que dar a luz a un sucesor que heredará la familia, era un golpe fatal para las perspectivas matrimoniales.

 

“Ahora, esto ha hecho inútiles a todas las familias elegidas por la Duquesa Kendrey. Enhorabuena por romper su compromiso, Sir Kendrey”.

 

Entre estos incidentes, lo único que afectó directamente a Cayena fue su intento de conquistar a Olivia Grace.

 

“Porque los dos deben juntarse, las otras familias deben ser defectuosas”.

 

Y gracias a eso, Cayena fue capaz de utilizar la información para su propia seguridad.

 

“Según tus palabras, no me dirán que me case durante un tiempo”.

 

“Así es”.

 

“Entonces, ¿qué pretende, Alteza?”.

 

Cayena respondió sin vacilar.

 

“Tu confianza”.

 

Raphael guardó silencio ante estas inesperadas palabras.

 

¿Su confianza? ¿Por qué iba a necesitarla?

 

 

 

 

 

 

Traducción: Dashy

Corrección: Misu

 

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