Mientras Rezef escuchaba el informe de su subordinado, su mano dejó de escribir la carta.
“Su Majestad el Emperador le habló a la princesa como si le permitiera elegir a su propio esposo”.
“¿Mi padre lo hizo?”.
Rezef preguntó si surgió algo sobre Raphael durante esa conversación.
El subordinado negó con la cabeza y dijo.
“Ella dijo que no quería casarse con Lord Raphael”.
“¿Es eso así?”.
Cayena debe haber tomado en serio su condición de querer casarse con alguien de su propia elección.
Había sido conveniente para Rezef que el Emperador presionara a Raphael usando a Cayena como excusa; estaba un poco triste porque ese pretexto ya no estaba.
“Pero también dicen que Su Alteza tomó el té con Lord Raphael después de su audiencia con el Emperador”.
“… ¿Los dos?”.
“Sí. La señorita Lydia vino y nos informó de camino a preparar el té”.
“¿Estás diciendo que Raphael fue obediente con esto?”.
“Sí. Su Alteza Cayena se ofreció a ayudarlo a resolver sus problemas si se unía a ella para tomar el té”.
Rezef frunció el ceño.
Entonces, la Cayena que lo miraba fijamente apareció en sus pensamientos.
“¿De qué hablaron los dos?”.
“La dama de honor de nombre Vera dijo que estaban hablando de parejas de matrimonio, y Su Alteza criticó a las hijas de las familias. Sin embargo, felicitó a Lady Olivia Grace”.
‘Ella felicitó a Olivia Grace… ¿porque se convertirá en una de sus damas de honor? ¿Fue por mí?’.
Rezef no podía entender sus acciones en absoluto.
En estos días, Cayena se parecía y no se parecía a la hermana que él conocía.
“…Bien entonces. Puedes irte ahora”.
No podía prestar mucha atención a esto porque tenía mucho con lo que lidiar en este momento.
Había muchas cosas de las que ocuparse para revertir la situación con el intento de asesinato.
TOC TOC.
Cuando el golpe resonó en la habitación, entró un sirviente.
“Su Alteza, Zenon Evans está solicitando verlo”.
“Déjalo entrar”.
Zenon Evans entró en el estudio y comenzó a hacer una reverencia. Rezef levantó la mano.
“No hay necesidad de eso. ¿Qué ha sucedido?”.
El hombre canoso se acercó a Rezef, sosteniendo una bandeja de plata llena de cartas en su mano.
“Desde la última conversación con Heinrich, algunos aristócratas han cambiado su comportamiento”.
Dijo Zenon.
Rezef frunció el ceño ante la mención de Heinrich.
Ese lunático seguía levantándose por más que lo pisaba, y lo humillara.
“¿Qué mierda les dijo ese insecto ahora?”.
Solo mira este incidente con Cayena.
Este tonto estúpido e imprudente, cuya sangre ni siquiera estaba conectada con la familia imperial, clamaba por obtener el trono.
Rezef quería golpearlo a él y a sus seguidores con un garrote ardiente y derribarlos.
Dejó la pluma y abrió el sobre para comprobar el contenido de la carta.
“¡Ignorante, bastardo maloliente!”.
Saltó de su asiento, furioso.
Zenon retrocedió silenciosamente, habiendo esperado que esto sucediera.
“¡¿Estos idiotas decidieron ponerse del lado de Heinrich?!”.
Eran cartas de sus ex-partidarios, quienes declaraban que habían decidido unirse a Heinrich.
Argumentaron que el Archiduque Heinrich había sido reconocido personalmente por el Emperador con derecho al trono, que era un candidato legítimo.
Eso también fue algo que provocó la ira de Rezef.
Rezef no era hijo de una emperatriz, sino el amante del emperador.
A menos que su madre biológica se convirtiera en emperatriz, permanecería como un hijo ilegítimo.
Sin embargo, sí estaba inscrito bajo la emperatriz en el registro familiar, se consideraría legítimo.
Eso sería suficiente para ser reconocido por la iglesia.
Pero el Emperador no hizo nada.
El pueblo del Archiduque afirmó que ser adoptado por la familia del Emperador le dio a Heinrich tanto derecho al trono como a Rezef.
“¿Cuánto he hecho por ellos y todavía me traicionan por unas cuantas minas? ¡Soy el verdadero heredero al trono, no ese sucio y falso Heinrich!
¡BANG!
Rezef volteó la mesa boca abajo.
“¡Cuando me convierta en Emperador, todos serán purgados! ¡Esas basuras ni siquiera conocen su lugar!”.
Rezef se apartó bruscamente el flequillo de la cara y luego se volvió hacia Zenon.
“¿Todavía no hay respuesta de la familia Grace?”.
“El vizconde Grace todavía no ha respondido”.
Rezef le arrojó un jarrón a Zenon.
Afortunadamente, no tuvo buena puntería. El jarrón golpeó la pared y se rompió en pedazos.
“¡¿Cómo no has recibido una respuesta de ellos todavía?! ¡Es por tu culpa que estas personas sin importancia me están ignorando!”.
Era algo que debería haber esperado desde el principio. La familia Grace fue apoyada por el Ducado de Kendrey, por lo que no podrían responder con facilidad.
Pero estaba claro que, si Zenon le decía esto a Rezef, su cuello volaría.
Zenon inclinó la cabeza, tragando un suspiro.
“… Lo siento, Su Alteza”.
“¡No hay una sola persona útil a mi alrededor! ¡Es por eso que Heinrich puede correr tan salvajemente!”.
En su mente, Zenon pensó que era difícil saber si el Archiduque Heinrich o Rezef eran peores.
Fue entonces cuando un sirviente de aspecto asustado entró en la habitación y llamó a Rezef.
“S-su Alteza”.
“¿Qué es?”.
Rezef miró al sirviente con sus ojos jóvenes.
Clic.
“Soy yo, Rezef”.
Cayena abrió la puerta y entró.
Zenon se abstuvo de chasquear la lengua.
Miró a Rezef, que apretaba los puños y luchaba por controlar su ira, y se acercó a Cayena.
“Princesa, me disculpo, pero sería mejor volver a visitarla más tarde”.
A cambio, Cayena miró a Zenon con una cara fría.
“¿Qué planeas hacer si Rezef se lastima?”.
Ante sus palabras, la desagradable tensión en el estudio se rompió.
Era como si este desorden violento se redujera a la rabieta de un niño.
‘¿Desde cuándo la princesa tiene una voluntad tan fuerte?’.
Zenon retrocedió debido a su intensidad.
Cayena sonrió y pasó con gracia junto a él.
Miró a su alrededor en la habitación destrozada y lentamente se acercó a Rezef.
El piso estaba cubierto de cerámica y vidrios rotos.
Como llevaba unas finas pantuflas de cuero, pisar algo podría causarle heridas graves.
“No te acerques a mí, Cayena”.
Dijo Rezef con frialdad y ojos hundidos.
Pero Cayena aún se le acercó como si nada estuviera mal.
Ni siquiera miró al suelo. No sería extraño si se lesionara.
Molesto, Rezef volvió a advertir.
“¡Te dije que no te acercaras!”.
“Pero si no me acerco a ti, estarás solo”.
“¿Qué…?”.
Su rostro se torció ante este comentario absurdo.
Entonces, Cayena pisó algo y tropezó, perdiendo el equilibrio.
“¡Aah!”.
Si se cayera allí mismo, quedaría gravemente herida.
Rezef tragó saliva y rápidamente la agarró.
“¡Es por eso que te dije que no—!”.
Pero antes de que Rezef pudiera terminar de desahogarse, Cayena rozó ligeramente la mejilla de Rezef.
La sensación de hormigueo hizo que Rezef frunciera el ceño.
“Estás herido, Rezef”.
Mientras tiraba cosas, había recibido un pequeño corte de una pieza que rebotó hacia él.
“¿Qué le estás haciendo a tu hermoso rostro?”.
Cayena limpió la sangre de su mejilla con la manga.
Rezef solo miró esto con desaprobación. Aun así, la ira que se había estado revolviendo dentro de él como lava comenzó a disminuir.
Era la primera vez que ver a su hermana lo ayudaba a deshacerse de su ira.
Sostuvo a Cayena en sus brazos y la llevó a un lugar más seguro de la habitación.
El largo sofá que estaba junto a la cama era el único lugar que quedaba intacto.
“¡Eres tan fuerte!”.
Exclamó Cayena, asombrada por su poder.
No importa cuán liviana fuera Cayena, ella no era un pedazo de papel. Rezef aún la cargaba como si no tuviera trabas.
Rezef de alguna manera sintió que su energía se agotaba por la actitud de Cayena.
De repente, se sintió como un tonto, habiendo actuado con ira como un loco hasta ahora.
Traducción: Dashy
Corrección: Misu
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